La expresión del deseo alude a una incitación de orden erótico y sexual con respecto a la otra persona. La persona que desea le agrada físicamente: una fuerza, calificada de instinto, le lleva hacia esa persona, suscitando en ella un deseo de contacto e intercambio físico, fuente de placeres muy variados que se encadenan hasta llegar a la cima del orgasmo.
Lo cierto es que, cualquiera que sea la importancia que se dé a la dimensión del placer, ésta es inherente a la capacidad de amar. Es importante, por tanto, situarla en el conjunto del desarrollo de la persona.
Cabe, pues, concluir que, en la medida en que la persona vive el deseo y puede comprometerse eróticamente con un semejante, estará en posesión de uno de los componentes que un día le permitirán decir que está amando de verdad.
miércoles, 28 de enero de 2009
Fuente: http://www.naturpsico.net
Etiquetas: Parejas
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