El lenguaje corporal puede ser el mejor aliado en la entrevista laboral, o todo lo contrario. No hay situación más cargada de riesgos potenciales en cuanto al lenguaje corporal que la entrevista de trabajo. En la primera impresión cada detalle cuenta, a veces mucho más de lo que pueda decir un curriculum. Y en estos casos no existe una segunda oportunidad.

El aplomo es fundamental; hay que transmitir una actitud de completa confianza y compostura que va mucho más allá de la ropa que se elige. La buena postura, erguido, con proyección hacia adelante como si se estuviera apuntando a un objetivo, es un importante indicador de la personalidad pues proyecta fuerza de carácter y convicción.

Importa manejar bien el contacto visual, prestar atención y no moverse demasiado en el asiento. La forma de hablar también cuenta: el tono de voz debe ser pausado, con una dicción clara y, en lo posible, no usar muletillas.

Una interpretación bastante estándar de ciertos gestos es la siguiente:

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Cruzar los brazos denota una actitud defensiva o cerrada
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Llevarse la mano a la boca: podría estar diciendo una mentira.
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Acariciarse la barbilla implica evaluar y decidir.
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Comerse las uñas: se busca el autocontrol.
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Al ponerse los dedos en la boca: necesidad de seguridad, nerviosismo.
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Una sonrisa falsa significa engaño, traición, deslealtad,
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Mirar a los ojos fijamente: no hay nada que esconder, la conversación es limpia, denota dominio de la persona.
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Pulgares que se asoman por el bolsillo expresan dominio y seguridad.