viernes, 13 de marzo de 2009

Los trastornos atípicos de la alimentación

Fuente: http://www.consumer.es/web/es/salud/problemas_de_salud/2007/04/10/161459.php/



Existen otros trastornos de la conducta alimentaria, entre los que figuran los llamados trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TECANE), los trastornos por atracón y casos iniciales o parciales de anorexia y bulimia. Estos trastornos atípicos son menos conocidos y, sin embargo, cada vez más frecuentes.


Trastornos atípicos

Entre los atípicos figuran los trastornos por atracón, que han comenzado a identificarse mejor en los últimos cinco años y que, anteriormente, pasaban desapercibidos. Se estima que el 20% de las obesidades son debidas a un trastorno por atracón enmascarado, afirma Fernández-Aranda. Las personas que lo padecen acuden al endocrinólogo o a un dietista para seguir una dieta, pero fracasan en su intento de seguirla una y otra vez y no consiguen bajar de peso.

Comen más de la cuenta de forma descontrolada. El 25 % de estos afectados son varones (mientras que en otros TCA la proporción de hombres afectos es anecdótica). El trastorno que sufren suele ser recurrente y alargarse en el tiempo y se manifiesta más tardíamente que otros TCA, a partir de los 30 años. Los pacientes llevan entre cinco y seis años de evolución cuando acuden a una consulta psiquiátrica, pero el resultado del tratamiento suele ser favorable.

Parte de los trastornos clasificados como trastornos atípicos de la alimentación son, en realidad, una anorexia o una bulimia que se detectan en fases muy iniciales, tras un corto periodo de duración de entre cinco u ocho meses. La buena noticia a este respecto es que el trastorno se detecta a tiempo, cuando aún no se ha desarrollado de forma completa. Así, los pacientes con una anorexia incipiente tienen mejor pronóstico, se suelen recuperar con normalidad y ganan peso.

Los trastornos de la conducta alimentaria no especificados, TECANE, son los trastornos atípicos puros. Los afectados no cumplen los criterios ni para ser clasificados como anoréxicos o bulímicos y, aunque transcurran cuatro o cinco años desde el inicio del trastorno, siempre mantienen síntomas parciales, pero no todos, de anorexia o bulimia. Estos casos son más resistentes al tratamiento.
En alerta

Los síntomas que deben alertar a los familiares o al propio paciente de la existencia de uno de estos trastornos son los propios de cualquier TCA, como pensar en exceso en la alimentación invirtiendo mucha energía en ello, contar calorías, el inicio de discusiones familiares y el retraimiento social. A juicio de Fernández-Aranda, para comprender los síntomas de los trastornos atípicos, primero hay que conocer los propios de la anorexia y la bulimia puras. En referencia a la primera, explica que la afectada o afectado tiene una gran preocupación por su peso, por su imagen y un gran temor a aumentar de peso.

En ocasiones, sufre amenorrea (deja de menstruar) a consecuencia de la pérdida de peso que puede tan importante que su índice de masa corporal (IMC) se sitúe por debajo de 17,5, cuando el valor normal está entre 20 y 25. Pero cuando el trastorno es atípico y no cumple todos los criterios para ser una anorexia puede ocurrir, por ejemplo, que la pérdida de peso no sea tan acusada. La bulimia se caracteriza porque la persona tiene la sensación de perder el control, como en la anorexia, siente una gran preocupación por su imagen y su peso y se da dos atracones a la semana como mínimo, seguidos de una conducta compensatoria, como son los vómitos.

Según estos criterios, no es una bulimia pura aquella en la que la paciente se da un atracón o se autoprovoca un vómito al mes. Pero si esta situación, aunque mensual, no es esporádica sino que se repite a lo largo del tiempo, entonces se estaría ante un TECANE. A diferencia de la bulimia, el trastorno por atracón se caracteriza por episodios de sobreingesta tras los cuales no hay una conducta compensatoria, de modo que el afectado suele ser obeso.

Los atracones no son puntuales, sino que sufre episodios regularmente, una vez a la semana. Acude a la comida como «una válvula de escape, de forma constante y regular», según Fernández-Aranda. «Realmente estos cuadros tardan en diagnosticarse porque al ser síndromes parciales repercuten menos en la vida de las personas y hace que vengan menos motivadas a la consulta. Si no nota las consecuencias del TCA, la motivación es inferior», añade. Como consecuencia, estos casos, salvo anorexias y bulimias que se detectan precozmente, se tratan más tardíamente y su resolución no es tan favorable.

TRATAMIENTO

Las técnicas para tratar los TCA son las mismas que se utilizan para tratar la anorexia y la bulimia. Entre ellas figura la psicoterapia de enfoque cognitivo-conductual, que consiste en que las personas afectadas sepan en qué situaciones se dispara su conducta descontrolada con la comida y cómo afrontarlas. También se trabaja con aspectos motivacionales y pautas de alimentación. Los primeros trabajos sugieren que las terapias para anorexia y bulimia puras también funcionan para tratar los trastornos atípicos.

En un reciente estudio comparativo, efectuado por el Departamento de Psiquiatría de Bellvitge, la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Carolina del Norte, en el que se trató con el mismo método psicoeducativo a 78 pacientes mujeres de las cuales 39 tenían un trastorno bulímico completo y otras 39 tenían un trastorno en el umbral de la bulimia, no se observaron diferencias significativas en los resultados. Se abstuvieron de un atracón y de vomitar acto seguido el 33, 3% de las bulímicas y el 35,2% de las mujeres con un trastorno en el umbral de la bulimia.

Actualmente, los grupos de psicoterapia que se forman para tratar los TCA y los TECANE son homogéneos, puntualiza Fernández-Aranda. Así, los pacientes de bulimia -muy similar al trastorno por atracón, con la salvedad de que a éste no le sigue una conducta purgativa- no se mezclan con otros afectados. Ello se debe a que los primeros tienen un miedo atroz a aumentar de peso y, por lo tanto, resulta contraproducente mezclarlos con los segundos, que pueden tener una obesidad importante (pueden pesar más de 90 Kg.).

Otra razón para no mezclar en los grupos a los pacientes con distintos TCA es que los estudios relativos a los TECANE son escasos en la literatura médica y hasta que se conozca la verdadera eficacia de los tratamientos, los especialistas han considerado oportuno tratarlos en grupos específicos. «Generalmente, el tratamiento es ambulatorio. Lo adecuado es que el paciente afronte el problema in situ. Y no lo es aislarlo para tratarlo, porque luego se encontrará el mismo problema», dice Fernández-Aranda. No obstante, el equipo médico que trata el TCA debe seguirlo para valorar si el afectado debe acudir a un hospital de día.


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