viernes, 20 de marzo de 2009

Las hormonas sexuales influyen en el sueño

Fuente: http://www.saludymedicinas.com.mx/nota.asp?id=2236&canal=1



En este contexto, cabe destacar que existen trastornos del sueño muy específicos para la mujer; por ejemplo, se ha demostrado que somos dos veces más propensas a sufrir insomnio. “Es un hecho que los cambios físicos y hormonales afectan la calidad del sueño; se sabe que la población femenina presenta más fases de sueño ligero y dos veces más de sueño profundo que los hombres.


Fases del sueño:
Antes de adentrarnos al tema, conviene conocer las diferentes etapas del sueño. De acuerdo con la Dra. Cristina Lemini, tenemos los siguientes estados:
Sueño de ondas lentas o no MOR (movimientos oculares rápidos). Va desde que la persona empieza a dormirse hasta que alcanza el sueño profundo. A su vez, se divide en los siguientes ciclos:

* Fase 1 (vigilia-sueño). Es la transición entre estado consciente y sueño, cuya duración es de 1 a 7 minutos. Es un sueño muy ligero y durante él puede percibir la mayoría de los estímulos auditivos y táctiles que se generan a su alrededor; por tanto, es poco o nada reparador.

* Fase 2 (sueño ligero). Se le considera la primera etapa de sueño verdadero, aunque es ligero. En ella disminuye el ritmo cardiaco y respiratorio, el sistema nervioso bloquea las vías de acceso a la información sensorial y se presentan movimientos oculares laterales lentos.

* Fase 3. Se presenta a los 20 minutos de que la persona ha quedado dormida y el sueño es moderadamente profundo. Durante el mismo, el bloqueo de las sensaciones se intensifica y, si se despierta durante esta fase, es normal que se experimente cierto grado de confusión y desorientación.

* Fase 4. Es la etapa de mayor profundidad de sueño y en la que la actividad cerebral es más lenta (se le denomina de ondas delta). Al igual que en la fase 3, se trata de un periodo esencial para la restauración física y, sobre todo, psíquica del organismo. Es la etapa en la que se manifiestan alteraciones tan conocidas como sonambulismo o terrores nocturnos.

Cabe destacar que cuando hay deficiencias en las fases 3 y 4 se presenta somnolencia diurna y fatiga.

Sueño de movimientos oculares rápidos (MOR). Durante esta etapa la actividad del cerebro es muy similar a la registrada en estado de vigilia, aunque no hay actividad alguna. Sin embargo, mientras dormimos se presentan movimientos oculares rápidos, lo que indica que entramos en el laberinto de los sueños más intensos y profundos que podemos apreciar en forma de narración. Llegamos a esta fase aproximadamente una hora y media después de haber conciliado el sueño.

A lo largo de la noche, se van alternando ciclos MOR y no MOR, produciendo lo que se denomina la arquitectura típica del sueño.

Influencia hormonal
Las hormonas sexuales que intervienen en la regulación del sueño femenino y que, por tanto, lo hacen diferente al del hombre, incluyen:
Estrógenos. Aportan vitalidad física, psicológica y sexual; nos hacen ser dinámicas y optimistas. Asimismo, determinan la distribución de grasa en el cuerpo, promueven la pigmentación de los pezones y la región genital. Por otra parte, mantienen en buen estado la consistencia del esqueleto al impedir la fuga de calcio de los huesos durante la edad reproductiva e inducen la elevación del colesterol bueno, lo que disminuye riesgos de presentar infarto de miocardio (muerte de parte del tejido muscular del corazón).

El nivel adecuado de estas hormonas, en su forma de estradiol, aumenta el tiempo total del sueño e incrementa, sobre todo, la duración del sueño MOR. Como bien sabemos, las mujeres que se encuentran en la menopausia (etapa en que finaliza la edad reproductiva) presentan drástica disminución en los niveles de estrógenos hasta desaparecer. Los síntomas de ello son insomnio y despertares nocturnos, alteraciones que disminuyen cuando se recurre a terapia de reemplazo hormonal.

Progesterona. Esta hormona afecta la parte glandular del seno, induciendo aumento en su tamaño, especialmente, en los días previos a la menstruación. Asimismo, estimula retención moderada de agua y sal por parte del riñón, lo que se traduce en discreto incremento del peso corporal y acumulación local de líquidos en senos, abdomen y extremidades inferiores; este efecto es más notorio durante el síndrome premenstrual. Por otra parte, gracias a su acción sobre cerebro y sistema nervioso central, puede influir sobre la temperatura del cuerpo, al tiempo que estimula los centros respiratorios para mejorar la ventilación (respiración) pulmonar.

Mediante numerosos estudios se ha demostrado que esta hormona tiene propiedades somníferas, anestésicas y ansiolíticas. Por tanto, al encontrarse disminuida altera la calidad del sueño.

Durante el ciclo menstrual
En las distintas fases de este periodo tienen lugar ciertos cambios en los patrones de sueño. Por ejemplo, en el periodo premenstrual se ha detectado aumento en la etapa del sueño ligero (fase 2), disminución en el sueño moderadamente profundo (fase 3) y en el sueño MOR, así como incremento del insomnio y dificultad para despertar en la mañana.

Para analizar con más detalle los efectos del ciclo menstrual, debemos considerar que este proceso de divide en los siguientes intervalos:

* Fase preovulatoria. En esta etapa se presenta el sangrado o menstruación, pues al comienzo del ciclo los niveles de estrógenos y progesterona están bajos, lo que ocasiona que el recubrimiento uterino degenere y se desprenda. Durante la primera mitad de esta fase el organismo secreta la hormona folículo-estimulante, la cual favorece el crecimiento de un grupo de entre 3 y 30 órganos pequeños llamados folículos; cada uno contiene un óvulo, y solamente uno de ellos continúa su desarrollo. Antes de que finalice este ciclo se incrementa la secreción de hormonas.
* Fase ovulatoria. Uno de los folículos crece y libera un óvulo que viaja hacia el útero a través de las trompas de Falopio, lo cual ocurre en tres tiempos.
* Fase posovulatoria. Ahora bien, al llegar al periodo posovulatorio se forma un cuerpo amarillo denominado lúteo, que en presencia de embarazo se encarga de mantener la implantación del embrión en la cavidad uterina. En ausencia de gestación, esta fase se prolonga por 14 días y, transcurrido ese tiempo, se presenta la siguiente “regla”.

¿Qué ocurre en el embarazo?
Con frecuencia, las mujeres encinta refieren que duermen mayor número de horas al día y aún así se sienten fatigadas. Dicho estado responde al aumento de los niveles de la hormona progesterona.

Asimismo, en el último trimestre es común que reporten deficiente capacidad para descansar, lo que se debe a que el sueño profundo disminuye y se incrementan los despertares nocturnos. Esto último es generado por calambres, dolor de espalda y ardor de estómago, a lo que se suman los movimientos del feto y aumento en la frecuencia de orinar.

En la menopausia
En los años próximos a la menopausia comienzan a aumentar los trastornos del dormir. ¿A qué se debe?, al cambio gradual en el nivel de las hormonas sexuales, el cual impacta directamente en el descanso; en consecuencia, el sueño profundo disminuye y se manifiestan molestos despertares nocturnos.

“Diversos estudios han reportado incremento del insomnio durante la pre y posmenopausia, en donde los niveles de estrógenos y progesterona se reducen. Este decremento hormonal, en especial de los estrógenos, también se asocia a los bochornos, es decir, la repentina sensación de calor y sudoración que causa interrupciones del sueño. Lo anterior se traduce en fatiga y cansancio diurno, irritabilidad y, en algunos casos, depresión.

Cabe destacar que hay algunos trastornos que son más frecuentes en la menopausia, tal es el caso de los desórdenes respiratorios que dan lugar a apnea (interrupción involuntaria de la respiración que despierta al afectado). Se ha observado que estas alteraciones son poco comunes en las mujeres jóvenes, ya que la progesterona defiende a la mujer de este padecimiento durante sus años fértiles.

Es un hecho que las mujeres somos más sensibles a sufrir perturbaciones del sueño, pues como habrá notado, los cambios hormonales nos afectan en gran medida. Por tanto, es recomendable que en cuanto perciba que su sueño no es reparador o experimente despertares nocturnos, dificultad para conciliar el sueño y somnolencia diurna, acuda de inmediato a su médico, quien podrá canalizarle a un especialista que tratará el problema.

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