martes, 17 de febrero de 2009

¿Cómo es el perfil de un psicopata?



La persona que es psicópata, sufre de un trastorno antisocial de la personalidad, lo cual le impide adaptarse al medio en que vive y relacionarse consigo mismo y con los demás.


Los psicópatas no pueden empatizar ni sentir culpa, por eso interactúan con las demás personas como si fuesen cualquier otro objeto, las utilizan para conseguir sus objetivos, la satisfacción de sus propios intereses. No necesariamente tienen que causar algún mal, pero si hacen algo en beneficio de alguien o de alguna causa aparentemente altruista es sólo por egoísmo, para su único y exclusivo beneficio.
Si bien es cierto que los individuos antisociales empiezan a dar señales de alarma a temprana edad porque son mentirosos, agresivos, peleoneros y con problemas para adaptarse a la escuela, no se les puede catalogar de psicópatas porque hay que observar los factores genéticos y el entorno familiar en el que se desenvuelven.

El diagnóstico, explica el entrevistado, se puede empezar a perfilar a partir de los 15 años y se podría concretar al cumplir los 18, ya que es entonces que se termina de conformar la personalidad. Por desgracia no hay forma de prevenir esta condición, pero es factible disminuir su impacto. “Podemos hacer que un chico no llegue a conformarse como un antisocial, lo cual se consigue a través de una terapia que involucra a familia, escuela y entorno, pero siempre quedarán algunos rasgos”.

Este tratamiento debe darse a tiempo porque “cuando atendemos a alguien que ya tiene el trastorno como tal, va a ser muy difícil que decida someterse a terapia. El paciente no cree que lo que hace esté mal; él tiene ‘su mundo’, sus reglas, y en ese contexto sus actos están justificados. No le ve utilidad a cambiar su forma de ser”.

Quien acepta la ayuda del especialista en Psiquiatría es un paciente que no se encuentra tan afectado, y en tal caso se le administran medicamentos que le ayudarán a modular su violencia o agresividad. Sin embargo, hay que dejar bien claro que no existe un fármaco para cambiar la personalidad.

Aceptar una terapia depende en mucho del entorno familiar y, desgraciadamente, es muy probable que el chico no sea atendido porque los padres tienen los mismos rasgos y conductas, de modo que su comportamiento les parece normal. Lo ideal sería tratar con estos pacientes desde la infancia o adolescencia, porque alguien que ya tiene la enfermedad va a ser muy difícil que la supere, a menos que su lóbulo frontal no esté tan dañado y que, por enfrentar muchas adversidades legales, laborales o familiares, ‘toque fondo’, quiera cambiar y sea receptivo con la ayuda.


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