Fuente: www.prepare.org

Sepa cuándo necesita ayuda de un profesional

Los niños son increíblemente flexibles, pero pueden verse profundamente afectados por un trauma o una pérdida. A veces un consejero puede ayudar a un niño al brindarle un lugar seguro para hablar sobre lo que pasó y sobre sus sentimientos.

La ayuda de un profesional es buena idea si el niño muestra alguno de estos cambios por más de tres meses después del desastre:


• Problemas en la escuela con el comportamiento o los estudios.

• Explosiones de enojo.

• Aislamiento de las actividades sociales normales o del juego con otros niños.

• Pesadillas o problemas con el sueño frecuentes.

• Problemas físicos como náuseas, dolores de cabeza, pérdida o aumento de peso.

• Ansiedad intensa o comportamiento evasivo causado por recuerdos de lo que pasó.

• Depresión o una sensación de no tener esperanzas sobre la vida o el futuro.

• Problemas con el uso del alcohol o las drogas.

• Práctica de comportamientos peligrosos.

• Preocupación continua sobre lo que ocurrió hasta que se convierte en el centro principal de su vida.

Ciertos acontecimientos pueden hacer que un niño se vuelva más vulnerable a tener problemas. Si un
niño ha sufrido pérdidas recientemente como las que resultan de un divorcio, fallecimiento de alguien cercano o mudanza a un nuevo vecindario, es posible que se sienta especialmente abrumado por el desastre.

Una situación traumática puede reactivar las emociones relacionadas con traumas anteriores y
esto puede ser sobrecogedor.

Ver a un consejero no significa que el niño tenga un problema mental o que usted le ha fallado. Después de un trauma, muchos adultos y niños sienten que es útil hablar con un consejero con capacitación especial en reacciones post-traumáticas que les puede ayudar a entender y hacer frente a sus sentimientos.

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